jueves, 1 de octubre de 2020

 

La segunda jornada comienza conmigo despertando a las cinco de la mañana. Y quince minutos más tarde ya estoy desayunando bajo la llovizna con un refresco de cola, el pan, el queso y el kiwi. Se han encendido las luces cuando conozco a la que ha sido mi compañera de litera superior, Françoise, que habla lo que ella llama su espagnolo, y que me dedica una sonrisa preciosa, antes de volver a acurrucarse en su saco para seguir durmiendo durante algunos minutos más. Arantxa y Mari Carmen van en busca de la sala de Internet para tomarse un yogur. Yo estiro, la capa es obligatoria, el calabobos no cesará en los próximos quince kilómetros. A las seis y media nos ponemos en marcha. La salida es por el puente de la Rabia. Momento en que comienza el parlamento con mi dolor.


Mari Carmen es la que tira y yo tampoco lo hago mal. Pero cada vez que Arantxa menciona el nombre de Mari Carmen a mí se me gira el cuello. Me siento como una impostora y Arantxa nunca calla. El barro sigue siendo el protagonista. Dejamos atrás la fabrica de magnesitas e Illaraz y Esquiroz.


Un centenar de metros antes de cruzar el puente de los Bandidos, del siglo XIV, nos detenemos con un suizo y con Ángel de Madrid. Ángel adivina en cuanto abro la boca que soy asturiana. Dice que canto. Cerca de la iglesia hacemos una parada con otro peregrino. Este está indignado. Cuando llegó el albergue estaba cerrado y tuvo que resignarse a dormir en un hostal, cama por la pagó un precio que le resultó abusivo.


Yo no llevo guía alguna conmigo pero he estado leyendo muchos diarios peregrinos y ahí me acuerdo de Santiago Zubiri, el que fue alcalde de Larrasoaña durante cuarenta años. La misma Larrasoaña que se menciona en el 'Liber Peregrinationis'. Santiago Zubiri un enamorado del Camino. Tanto que le dedicó un museo.


Mientras andamos en busca de Casa Sangalo no dejamos de admirar las casas blasonadas y sus balcones. A mí Sangalo me para los pies en seco, aunque luego me invite al café, porque dice que voy demasiado acelerada. Yo me sonrojo pero a Mari Carmen la deja pálida. Sangalo era seco pero guasón y, después de la primera impresión, muy acogedor. Ya está muerto.


Habíamos dejado las capas y las mochilas fuera, bajo techo. Txomi con el bocadillo de chistorra se pide un vino, algo que a mí a esas alturas del Camino, por las horas que todavía eran, casi me pareció ''sacrílego''. Pero costumbre que pronto he de heredar. Los de Zugarramurdi hablan de Zugarramurdi. Yo me fijo en un cuadro que me parece una maravilla. Lo pintó un peregrino japonés. Ángel de Madrid me pide, como Avril Lesavant, que no cambie nunca, que nunca pierda mi encanto. En sus ojos se refleja la tristeza cuando Mari Carmen le hace una pregunta que no llego a escuchar. La despedida de Ángel y del suizo, con el que ni siquiera hemos cruzado más de tres palabras, es entrañable.


Salimos de Larrasoaña en dirección a Akerreta. Arantxa me explica que en Burgos dejará el Camino porque tiene que asistir a una comunión. Indudablemente Arantxa está más dotada que yo, ya que es capaz de hablar y andar veloz al mismo tiempo. Entre la capa, el pañuelo que llevo por la frente y que me tapa los oídos, y la lluvia, que a ratos es bastante más que un calabobos, la mitad de sus palabras se me pierden entre la fronda y con ellas no sé ni que respuesta darle.


''La sorpresa del Arga es la belleza. Mi alma es lo que surge ante su caudal. Mi alma que ansía detenerse. Fluir con el río, como las aguas, con el mismo sonido''.


Estoy escuchando a la rodilla, es una queja constante. Arantxa repite el nombre de Mari Carmen cada dos minutos y, cada vez que de forma inconsciente tuerzo el cuello, mi contractura se agrava.''La balanza se está inclinando del lado de la no relación''.


Alcanzamos Zuriáin.Y en un recodo damos con Cefe y Luis, que están desazonados porque sus estómagos van en ayunas. Yo alegría de verlos, aunque todas mis alegrías son transitorias en este punto. No entiendo por qué no aceptan las barritas energéticas que se les tienden. Ganas yo también tengo de volver a meter algo caliente en el estómago y de orinar pero yendo en grupo no me animo a detener la marcha. Y sobrepasamos Iroz.


Los pies comienzan a doler, con un dolor abrupto en las plantas. La rodilla aguanta porque le voy prometiendo reposo. El barro se vuelve más protagonista y yo voy exclamando todo el rato: ''¡Qué precioso, qué precioso!'' Ninguno entiende por qué viviendo en el Norte el paisaje me hace expresar tanta admiración. Arantxa me explica ahora la receta de una tortilla muy sabrosa. Son necesarios cinco o seis brotes de diente de león, que tienen que estar cerrados, aún sin florecer. Txomi me muestra uno. Txomi, como Cefe, es un entendido en la flora. Me detalla ahí que Lizarra (Estella) quiere decir fresno y yo pienso en el Yggdrasil de la mitología nórdica y en el sueño que tuve con Estella y que espero poder descifrar... En esa etapa, allá por noviembre, realizaba mis prácticas de ''ensoñación''.


Frente a la iglesia de Zabaldika pienso que el arte ni me mueve ni me conmueve cuando tengo el estómago vacío. Luis tiene cara de mortificación. Lo hemos esperado mientras va en busca de un bar en el que podamos aplacar nuestra hambre pero regresa con el ánimo de una derrota.

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